
por Hilda Henríquez de Flores
Fue una corola de luces diseminadas
donde todo crecía y transformaba,
volviéndose movimiento,
plegaria,
afán.
Indefensa, débil, mínima,
creciendo en mí.
Una extensión de mi ser.
Sin ella no puedo ahora ser quien soy.
Sin ella la seda se quedaría en el capullo,
el trigal ocultaría su pan,
no dibujaría la idea de mi mente.
Sin ella no tendría lenguaje mi caricia.
donde todo crecía y transformaba,
volviéndose movimiento,
plegaria,
afán.
Indefensa, débil, mínima,
creciendo en mí.
Una extensión de mi ser.
Sin ella no puedo ahora ser quien soy.
Sin ella la seda se quedaría en el capullo,
el trigal ocultaría su pan,
no dibujaría la idea de mi mente.
Sin ella no tendría lenguaje mi caricia.
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