por Hilda Henríquez de Flores
La niña no quiere a su muñeca.
La muñeca es renuevo de la vida,
la vida palabra, alas , esperanza.
Pero la niña cierra sus pupilas.
Sobre el lecho esta más sola que nunca.
Quieta como guirnalda desgajada.
Muda como dolor que no se queja
Ausente, en vuelo su alma, sin palabras.
Anoche soñó con una muñeca
de maíz hecha y ojos que relumbran.
Con otras niñas jugaba de rondas,
risas y cantos, dibujando lunas.
Anoche soñó cuando era una princesa.
Cuando la espina amarga, más amarga
que el fuego, vino a consumir su ensueño.
Hecha un ovillo se quedó sin alma.
Desnuda el día todos sus recuerdos.
Reitera el sueño surcos que no mueren.
Anoche despertó en martes de lluvia.
Madre, ¿por qué los cardos me florecen?
La madre llora junto a las dos muñecas.
La muñeca es renuevo de la vida,
la vida palabra, alas , esperanza.
Pero la niña cierra sus pupilas.
Sobre el lecho esta más sola que nunca.
Quieta como guirnalda desgajada.
Muda como dolor que no se queja
Ausente, en vuelo su alma, sin palabras.
Anoche soñó con una muñeca
de maíz hecha y ojos que relumbran.
Con otras niñas jugaba de rondas,
risas y cantos, dibujando lunas.
Anoche soñó cuando era una princesa.
Cuando la espina amarga, más amarga
que el fuego, vino a consumir su ensueño.
Hecha un ovillo se quedó sin alma.
Desnuda el día todos sus recuerdos.
Reitera el sueño surcos que no mueren.
Anoche despertó en martes de lluvia.
Madre, ¿por qué los cardos me florecen?
La madre llora junto a las dos muñecas.
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