martes, 30 de septiembre de 2008

La búsqueda


David Panamá
Un regalo inesperado llegó a las manos de Pablo, estando de visita en casa de sus tíos quienes vivían lejos de la civilización a orillas del río la Pasión en la selva del Petén. Una indígena de baja estatura, cabello lacio, negro azabache, ataviada con un traje ricamente bordado y enjoyada con finos y brillantes chachales de plata; se había aproximado a él cuando pescando se encontraba a la orilla del río.

Pablo no la escuchó llegar, casi se cae de la roca que usaba como asiento cuando la sombra de la indígena apareció ante él; llevaba en sus manos una caja, un cofre de madera, ella se inclinó ante él, extendió los brazos y se lo ofreció.

Pablo no podía pronunciar palabra, dejo de lado la vara de pescar y sin pensarlo como autómata extendió los brazos y en sus manos recibió el cofre; bajo la vista para contemplarlo y apreció el fino trabajo de tallado que sobre la madera mostraba glifos y figuras de sus antepasados mayas cubriéndolo por completo; volviendo a la realidad y al levantar la vista no había nadie, la indígena había desaparecido.

Pablo sostenía el cofre en sus manos, el sol caía sobre la cresta de los árboles, sus rayos se reflejaban sobre el agua cristalinas que al correr sobre las piedras dejaba escuchar su canto. Estaba solo sobre la roca, con el cofre en sus manos. ¿Qué significaba esto? ¿De dónde y cómo había aparecido y desaparecido esa joven y que significado tenía el cofre?

Pablo continuó el examen del cofre con detenimiento y encontró que los glifos tallados eran móviles, pero no había una tapa como tal. Quizá una combinación correcta al mover los glifos lo abriría, pero ¿Cómo y de qué forma? Transcurrió un buen rato y al ver al cielo decidió volver la cara principal del cofre al Este, quedando las otras caras coincidiendo con los otros puntos cardinales, observó detenidamente la cara dirigida al Este e identificó el glifo del centro y lo empujo hacia el interior y este cedió, trató de hacer lo mismo con el glifo de la cara Oeste y no se movió, después unos minutos hizo lo contrario, tomo el glifo y lo haló hacia fuera y suavemente este salió. Se dirigió a la cara Norte y el glifo no se movió ni hacia dentro, ni hacia a fuera pero cedió al girarlo hacia la izquierda haciéndolo saltar hacia adelante, faltaba la cara Sur y en ella instintivamente giro el glifo central hacia la derecha saltando hacia el frente; al mismo tiempo que el sonido de una cerradura al abrirse se escuchó y la tapa se levantó.

Pablo hubiese deseado no estar solo, pero estaba consciente de que la razón de estar allí en ese momento, en esas condiciones, era algo que aceptaba sin reservas; era su destino. Desde hacía muchos años conocía de leyendas de su pueblo las que relataban hechos que no tenían una explicación lógica y ahora él vivía una de estas experiencias.

Pablo se decidió, debía abrir el cofre y al poner su mano sobre la tapa… el canto de las aves sobre la copa de los árboles arreció; obligándolo a volver la vista hacia lo alto,
sonrió al ver las aves volar. Esto le pareció un buen augurio y sin esperar un instante más, abrió la tapa de una vez y en su interior: ¨ una pluma de Águila Crestada ¨… esta era la respuesta que él buscaba al alejarse de la ciudad, su destino era ser escritor.

No hay comentarios: