viernes, 13 de marzo de 2009



por Gabriel Alvarado

Los desiertos anaranjados
revolvieron los azules
los coyotes y las hienas aullaron sin luna
en los sarcófagos del imperio
el fuego perdió
sus arañas
y un sequito de matos desfilo sobre la sal
árabe
Mantén el galope del cordero
el león es sabio y celeste
el mandril
nos
conducirá
por
el
rió
de rubíes
en la orilla volcánica blanca y rosada
ídolos
rojos
como
serpientes

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