miércoles, 18 de marzo de 2009

Silencio Blanco


por Hilda Henríquez de Flores

Los días opacos,
quién lo diría…
Silencio blanco,
suavidad de las horas
para dejarse llevar por honda calma
al corazón de la seda,
y sentir en lo oculto
el ámbar germinando,
la luz del pensamiento
sobre el cielo y las horas.

viernes, 13 de marzo de 2009



por Gabriel Alvarado

Los desiertos anaranjados
revolvieron los azules
los coyotes y las hienas aullaron sin luna
en los sarcófagos del imperio
el fuego perdió
sus arañas
y un sequito de matos desfilo sobre la sal
árabe
Mantén el galope del cordero
el león es sabio y celeste
el mandril
nos
conducirá
por
el
rió
de rubíes
en la orilla volcánica blanca y rosada
ídolos
rojos
como
serpientes

jueves, 12 de marzo de 2009

Nuevos horarios para el TLUEES


A partir de la segunda quincena de marzo el taller literario de la Universidad Evangelica de El Salvador tendrá un nuevo turno para aprender técnicas literarias, ejercitar escritos, leer y analizar obra propia y ajena.
El nuevo turno será los días viernes de 10:00 am. a 12:00 m. en el cual veremos la teoría literaria y se realizará un círculo literario. De igual forma los miércoles de 1:00 pm. a 3:00 pm. y los sábados de 9:00 am. a 11:00 am. en el cual estamos desarrollando el modulo de oratoria.
Los esperamos.

miércoles, 11 de marzo de 2009

El león y el ratón sabio


por Rafael Magarín Arana

Era el más feroz, el más valiente el que rugía y reinaba en la sabana.Al levantarse por las mañanas caminaba con arrogancia en medio de su manada. Creía ser muy fuerte y sabio y miraba con inferioridad a los demás animales de la sabana,y cuando paseaba por ella todos los animales temblaban y se escondían al saber que el fuerte y sabio león se acercaba.Un día echado bajo la sombra de un enorme árbol pasó sigilosamente un ratón, en cuestión de segundos, una enorme garras se abalanzó sobre el pequeño quien con mucho miedo y aflicción intentaba escapar, pero ya era tarde, pues el feroz león lo tomó con sus enormes garras sujetándolo de la cola, lo elevó hacia su hocico tratando de tragarlo.El pobre ratón temblaba tanto que casi se le paraba el corazón; mientras el enorme león rugía ferozmente ante el pequeño, ratón quien suplicaba diciendo: "Mi señor, mi señor te ruego me dejes vivir", pues quien soy yo para que mi señor me coma, tú mereces algo mucho mejor, puedes comer un elefante, una cebra o una manada de venados. El león muy sabio se puso a pensar y le respondió diciendo: "Tienes razón roedor pero tu serás el aperitivo". Llevándole de nuevo hacia el hocico, pero el ratón exclamo diciendo:"Espera mi señor yo conozco muy bien la selva y pudría llevarte a lugares secretos que nadie conoce donde pastan y descansan los animales más gordos, los mas apetitosos y jugosos animales de la selva". Al majestuoso rey se le hacía agua la boca al escuchar semejantes descripciones. ¿Pero?, si tu me comes nunca sabrás donde están todos estos gustosos y deliciosos animales, exclamó el ratón, sonriendo con amabilidad.Pensando por un instante la enorme y majestuosa bestia aceptó la incitación de aquel roedor. Al cual condicionó diciendo: “Acepto pero si intentas escapar te seguiré, te atrapare y te haré mole con mis garras y no vivirás para contar que engañaste al rey”.Y así emprendieron su camino por toda la sabana en busca de esos gordos y jugosos animales. Pero el ratón ahora muy listo y sabiendo lo que hacía, más el viejo y sabio león solo le seguía por el interés que tenía.Llegaron a un lugar lleno de venados, el sabio león se escondió tras los matorrales preparándose para cazar, pero el pequeño ratón empezó a moverse entre el pasto lo cual espantó a un venado, que empezó a correr y a saltar luego seguidamente los demás los cuales entendieron la advertencia de el pequeño ratón. El viejo león empezó a correr y perseguir a la presa que se escapaba. Cansado no logró atrapar ningún venado y no se percató porqué habían huido antes del ataque. Ratón se acercó y le animó a buscar nuevas presas.Y emprendieron de nuevo el viaje, y caminaron por largas horas dando la vuelta por toda la selva. El ratón sabía que el viejo y sabio león ya estaba muy cansado, que no tenía muchas fuerzas como para cazar pero si tenía mucha hambre pues sus tripas lloraban constantemente.¡Es hora! pensó el ratón y lo llevó a una manada de elefantes que se bañaba en el lodo. Elegantes discutían sobre las injusticias que cometían los depredadores. El león estaba cansado, no tenía muchas fuerzas pero si tenía mucha hambre. Me comeré a uno de esos panzones, pensaba en su mente. Alistándose para atacar los elefantes se percataron del ataque quienes se levantaron de inmediato. El felino se arrojó con mucha furia rugiendo con vigor, pero vano fue su esfuerzo pues se unieron todos juntos y empezaron a defenderse y con mucho esfuerzo arrojaba el león su hocico para morder a los paquidermos. Pero los elefantes con sus trompas y colmillos lo derribaron y acabaron en un instante con la vida del león. El ratón huyó alegre como quien vence a la montaña.

jueves, 5 de marzo de 2009

Corazonada



por Rafael Magarín Arana

Ardía el sol como una hoguera,
consumiendo el silicio de la noche,
y deseaba que la brisa me abrasase
y apagase esa llama en mí pecho,
que me arde al recordarte,
en la mañana,
en la tarde te escucho,
con el ruido de la flauta,
el tamborín y las maracas,
en tormentas de invierno
te escucho todo el tiempo,
sin regresar mí vil mirada,
ahí estas en mi morada,
consumiendo en mis mejías
el regazo de la lluvia,
que fluía al despertarme
al son del clarinero,
y los buitres carrañosos,
que robaban del albaja,
mis lágrimas de sangre
que expresan mí alegría.

¡Oh desciende ilusorio viento!
y apaguemos juntos la llama,
que nos condena y nos acaba,
con sus rayos de carbones
empuñados en mí espalda.
Pasa el tiempo en mí rostro,
y se seca el aliento,
del viento amor de cuna
pues no pasan más las nueves,
ni regresan a la sombra,
de mí cuerpo enlumbrado.
Por la lumbre de este fuego,
que asola y azota,
el desierto de mis lágrimas.

Cubre pronto mí espalda,
pon tu manto invisible,
sostén el llanto del aurora
y seca el llanto de mis mejías,
y has arder el hielo de tus caricias,
sobre mí pecho y mí espalda,
desliza sobre mí rostro
la humedad de tus deseos,
sacia la sed de mí garganta,
sacia las horas que perdimos,
y en el viñedo de la soledad
recordare que ya no estás.